sábado, 18 de enero de 2014

Guillermo Sardiñas - El Sacerdote Comandante



SU PASO POR NUEVA GERONA Y SU INCORPORACION  AL  MOVIMIENTO 26 DE JULIO.  Primera parte.


     El 2014 es un año que nos trae algunas efemérides que no deben de ser pasadas por alto. En el marco internacional, el centenario del inicio de la Primera Guerra Mundial, episodio en la historia de la humanidad que debe ser recordado desde múltiples aristas, quizás la más importante sea la de los horrores que siempre traen las guerras; cicatrices terribles que perduran más allá de la generación que la vivió y debería servir para alertarnos sobre la necesidad de evitar una tercera contienda.  En el ámbito nacional, el 80 Aniversario del natalicio de Frank País y el 50 Aniversario de la muerte del padre Sardiñas, otra de las muchas figuras de nuestra historia, de las que apenas se conoce y sólo se menciona en algún que otro artículo breve, como de pasada.
    En nuestro primer número de La Clandestinidad tuvo nombres, mencionamos que nuestro objetivo era dar a conocer pasajes de la lucha clandestina en Santiago de Cuba, en la década del 50 y aclarábamos que el blog sería totalmente espontaneo, de ahí que hoy queremos hablar justamente de la figura del padre Sardiñas, que si bien no militó en el Movimiento 26 de Julio, en la antigua provincia oriental, ni en Santiago de Cuba, si necesitó de este núcleo para su arribo a la Sierra Maestra, que es justamente el pasaje que queremos abordar. No porque sea el más desconocido, –ya dijimos que en general muy poco se conoce de la vida y accionar de este hombre-, sino porque resulta muy interesante y revelador para ir adentrándonos en la personalidad de este sacerdote que llegó a ser comandante del Ejército Rebelde y ya después del triunfo revolucionario vestía con orgullo una sotana verde olivo, diseñada por su amigo el  Comandante Camilo Cienfuegos.
    Guillermo Sardiñas, luego del triunfo, en momentos de incomprensión y de cierta manera, también de confusión, fue capaz de vivir plenamente el evangelio y difundirlo sin dejar de abrazar la causa revolucionario.  “Fue un hombre sinceramente religioso, sinceramente cristiano y sinceramente revolucionario”, como lo definiera el capitán Jorge Enrique Mendoza. El sacerdote comandante, se adelantó a su época y de forma práctica a la Teología de la Liberación; pero además, sin  pretenderlo, se convirtió en el eslabón entre el cura Hidalgo y el sacerdote Camilo Torres.
     A partir de hoy, en diferentes oportunidades iremos dando a conocer algunos pasajes de su vida.
     Guillermo Sardiñas Menéndez nace el 6 de mayo de 1917, en Sagua la Grande. A los 12 años,   mediante carta al Vicario General de Cienfuegos en aquel entonces, le expresa su deseo de seguir la carrera eclesiástica, decisión que si bien sorprende a la familia, nada puede hacer, dada la firmeza de carácter de Guille.
     El jovencito Sardiñas ingresa en el Seminario de San Carlos, en La Habana y es justamente en este recinto donde comienzan a aflorar sus inquietudes políticas, defendidas con pasión sus puntos de vistas en franco desacuerdo con el tirano Gerardo Machado.
     Posteriormente, pasa a estudiar en el Seminario de San Basilio el Magno, perteneciente a la archidiócesis de Santiago de Cuba, donde se gradúa de Teología en 1936 y es seleccionado para cursar estudios superiores en la Universidad Gregoriana de Roma, en la cual obtuvo el título de Derecho Canónico y a finales de 1941, debido al estallido de la Segunda Guerra Mundial, se ve obligado a regresar a Cuba.
    Su primer destino, el 20 de abril de 1942, es como cura párroco del municipio de Corralillo, en Las Villas. Posteriormente será designado en Palmira, Vueltas, El Jíbaro, Alquizar, Quivicán; lugares  poco trascendentales, teniendo en cuenta los títulos académicos del padre Sardiñas.
     El 27 de febrero de 1954, una nueva parroquia, la de Nueva Gerona,  lo acoge. Ya para esa época, Fidel Castro y un grupo de participantes en el ataque al cuartel Moncada,  guardaban prisión en el reclusorio de esta ciudad, y puesto que el padre Sardiñas había simpatizado y se había interesado por esta acción, no es de extrañar que desde su arribo a Isla de Pinos, intentara recabar la mayor cantidad de información sobre los asaltantes. 
      Mariano Rives, cajero del Banco Continental, ubicado muy próximo a la iglesia, y amigo del padre Sardiñas,   mencionaría:
     “En mas de una ocasión me invito a llegarme hasta !a iglesia para conversar. Por su forma      de hablar,  me di cuenta de que simpatizaba con Fidel y con el ataque al Moncada y comprendí, a mi vez, que el se había dado cuenta de mi vinculación con un grupo de compañeros que nos unimos, prácticamente, a raíz de haber llegado los moncadistas al Presidio Modelo en octubre de 1953, y que nos dedicábamos a reunir dinero para comprarles medicinas y alimentos a ellos y hacérselos llegar. Por supuesto, aun no se había constituido el Movimiento Revolucionario 26 de Julio, sin embargo, ya nosotros nos aglutinábamos en tomo a la familia Montané que vivía en Nueva Gerona y a Melba Hernández”

     Rosario Bosque, madre del asaltante Juan Almeida,  solo podía visitar a su hijo recluido en el Presidio Modelo, un domingo al mes:
     “Todos en casa íbamos. Aquel viaje era tremendo, llegábamos en el barco  muy temprano el domingo, y como la visita era más tardeluego de desayunar, asistíamos a la misa. Allí conocimos al padre Sardiñas.
     Cuando supo que mi hijo estaba preso y que debíamos trasladarnos desde La Habana para visitarlo, le pidió a mi esposo que le contara todo lo relacionado con el asalto al cuartel Moncada, pues el manifestaba que las noticias que le habían llegado eran muy tergiversadas. Mi esposo lo puso al tanto de todo, explicándole muchas cosas que el ignoraba. Todos los meses, como él sabia que siempre íbamos, nos veía al terminar la misa y nos pedía noticias. Desde un inicio, vi que era un hombre limpio, muy franco, muy natural”

     En aquellos momentos, ser familiar de un moncadista significaba un cierto rechazo por parte de muchas personas amedrentadas y temerosas, de ahí que el interés del padre  Sardiñas por los familiares del asaltante Juan Almeida Bosque era un verdadero desafío al régimen: “Si, y en ese pueblo mas, porque figúrese que estaba dirigido por las gentes que regían el presidio”, reconoce Rosario y añade: “sin embargo a Sardiñas esto no le importaba en absoluto, al contrario, prácticamente, luego de las misas, era él quien nos buscaba”
     La familia del moncadista Jesús Montané Oropesa residía en Nueva Gerona, y eran personas muy conocidas en aquella ciudad.  Su madre, Zenaida, al evocar aquella etapa, comentaría:
     ”Conozco a Sardiñas porque es nombrado párroco de la iglesia Nuestra Señora de los Dolores. En aquellos momentos teníamos nuestras creencias y pertenecía a la Asociación de Maestras Católicas, en la que nos agrupábamos las maestras creyentes. Nos reuníamos mensualmente, con el fin de recolectar fondos para hacer obras de caridad y beneficencia a los niños que no tenían abrigos o zapatos, ni uniforme para asistir a la escuela, además de impartir clases a personas adultas. Estas reuniones eran presididas por el párroco y por ese motivo lo traté, aunque no profundamente. Él cooperaba siempre en todo. Era una persona afable, atenta, pero reservada.
    Un da, en el centro escolar donde yo trabajaba, tuvimos necesidad de comprar una bandera para izarla allí y con tal motivo se la llevé al padre Sardiñas para que me la bendijera. Estábamos en la sacristía y me dijo: “Mire, Zenaida, yo se la voy a bendecir, pero esta bandera no va a flotar libre hasta que Fidel no baje de la sierra”. Fue entonces cuando me di cuenta de sus ideas revolucionarias”.

    Roberto Más, vecino de Nueva Gerona, también tiene mucho que aportar:
     “Lo conozco porque en aquellos tiempos Isla de Pinos era muy chiquita. Tendría unos 6 000 o 7 000 habitantes en toda la isla y tenia sus costumbres o sus peculiaridades; allí existía un dentista, un medico, un veterinario, que era yo. y un cura que era el.
     No había muchos lugares donde ir. Nos saludábamos al coincidir en uno de estos sitios y al tercer día en que coincidíamos, ya nos llamábamos por los nombres y se entablaba una conversación. Así que yo sabia perfectamente quien estaba con la Revolución y quien no. quien pensaba en contra y en quien no podía confiar.
    Conversábamos y el tema de nuestras conversaciones siempre giraba en torno al problema político, preocupaciones que el compartía. Con sotana y todo el iba mucho al hotelito que se llamaba El Virginia, donde tomábamos, conversábamos, conspirábamos, jugábamos cubilete, dominó, y para que tu veas como era, no le importaba que alguna beata lo pudiera criticar; es que era un hombre fuera de lo normal, de una manera de ser distinta para aquella época. Salíamos a pasear en una lancha y el iba vestido de cura. Otra cualidad que resaltaba en elera su desinterés por las cosas materiales”.
  
     El padre Sardiñas también era asiduo visitante del bar Moré.  Mariano Rives  lo recuerda bien:
     “Allí en el bar Moré, se sentaba y se ponía a conversar y a hacer cuentos con nosotros. En ese momento era como si no hubiera un sacerdote, sino uno mas del grupo. Sin embargo, en su iglesia. su trabajo como sacerdote lo cumplía cabalmente.
     A la gente de aquí le agradaba su forma. Se veía franco, no tenía los prejuicios que solían tener los curas, con la misma sotana se sentaba con nosotros a jugar cubilete. Por cierto, cuando perdía daba unos cubiletazos durísimos. Era un cura que salía bastante a la calle, no de los que se mantenían en la iglesia. Siempre se le podía ver caminando por la calle principal. Se codeaba con todo el mundo. Y esa forma tan particular no transcendía desfavorablemente, al contrario, las personas lo veían bien y simpatizaban con él”

     Dionisio Santa Cruz,  otro pinero recuerda una expresión muy simpática del padre Sardiñas: “El decía que debajo de la sotana había un pantalón, y bien puesto como el de cualquiera.”  Argelio Díaz,  a pesar de que era muy joven entonces, confirma las visitas del padre al bar Moré donde compartía con todos los asistentes: “Y eso a la feligresía no le molestaba, al contrario, le hacía mas bien gracia, puesto que en la iglesia predicaba los sermones y las misas con enorme respeto” y añade que cuando alguien comentaba que en el bar Moré estaba Sardiñas, a la mayoría les hacia gracia: “pues con la iglesia siempre fue muy recto, a tal extremo que no había nadie que pudiera reprocharle nada. La iglesia se llenaba. Todo el mundo lo quería, incluso, muchos feligreses iban allí, al bar Moré, a conversar con el”.
     Rita Valdés asistía con regularidad a la iglesia donde oficiaba el padre Sardiñas en Nueva Gerona y asegura que “ante cosas mal hechas que alguien hiciera mientras oficiaba, se incomodaba”, y luego, al finalizar la misa, “le llamaba la atención a la persona que no lo hubiera atendido o se hubiera reído”; pero además aclara que si bien parecía muy serio, en cuanto comenzaba a hablar  “se veía un carácter muy afable”, y revela una anécdota muy singular. La primera vez que el padre Sardiñas visitó su casa, reparó en un piano que estaba en la sala, y ya, en la próxima ocasión: “se sentó y empezó a tocar en el, y hasta a cantar canciones de amor”.
     Volviendo a su interés por los sucesos del ataque al cuartel Moncada, Roberto Más confirmaría que: ”El Moncada lo había conmovido profundamente”, e incluso en una ocasión le manifestó su interés por visitar a los moncadistas que guardaban prisión: “No sé si lo logró”, acota Roberto, sin embargo asegura que: “Aun antes de llegar el Granmaya militaba con nosotros en una célula del Movimiento Revolucionario 26 de Julio”.
     Roberto, además, refiere otro detalle interesante ocurrido después del desembarco y que tiene que ver con la captura del yate Granma y es que: “antes  de ser trasladado a La Habana, fue  conducido a Isla de Pinos”, suceso que provocó que el pueblo pinero fuera a visitarlo al muelle y afirma que: “Sardiñas estuvo entre los primeros”.
    
     Melba Hernández, una de las dos mujeres que participó en el asalto, confirma haber conocido al padre Sardiñas, “a través de los combatientes del Moncada que sufrieron prisión en Isla de Pinos” y añadiría:
     “Posteriormente, cuando se produce el desembarco del Granma, entre los nuevos prisioneros trasladados al Presidio Modelo en Nueva Gerona, se encontraba alguien que en aquel momento ya estaba unido a mi por razones matrimoniales, el compañero Jesús Montané. Eso me llevo hasta vivir en Nueva Gerona y me dio la oportunidad de conocer al padre Sardiñas. ¿Por que?, pues porque el era una personalidad en la isla y porque no ocultaba su pensamiento revolucionario el pueblo y todo el mundo lo conocía, ycomo es natural, aI llegar yo a la isla, pues se acercó, me lo explicó y se mantuvo en relación muy cercana a través de una de mis cuñadas, la compañera Magaly Montané, Maga, que en esta primera etapa, pudiéramos decirera la coordinadora del trabajo de la isla en La Habana.
     Ya en la isla existía un movimiento. yo no diría que una fuerza, pero si había un sentimiento de oposición al régimen, fuerzas que mas tarde sí fueron significativas, como fue el comandante Julio Martínez Páez, medico del III Frente en la Sierra Maestra y otros que dieron su aporte a la lucha. Entonces Maga se convirtió en la coordinadora de esta actividad y no solo se limitaba a trabajar en su ciudad, sino que se multiplicaba, trabajaba en otras provincias, con otros compañeros y en relación muy estrecha con los presos políticos.

     Rita Valdés,  asistente regular a sus misas, aunque no puede recordar con exactitud las palabras  que el padre Sardiñas empleaba, asegura que  “cuando al parecer, ya él  tenía sus ideas políticas definidas, siempre en sus sermones dejaba caer algo”, por lo que los feligreses comentaban: ^jAy!, el padre Sardiñas es revolucionario”. Otros, en cambio opinaban: "No, es que el es así."
     Melba Hernández señala que ya después del desembarco de Fidel, cuando el proceso revolucionario estaba más avanzado, había un estado general en el país, que permitía tomarse más libertades, de ahí que el padre Sardiñas: “usó el púlpito para condenar a la tiranía y apoyar el proceso revolucionario y a Fidel”. Y aclara que no obstante su posición, muy conocida en la isla: “las autoridades tenían el cuidado de respetarlo; por supuesto, no se imaginaron jamás que el padre Sardinas diera el paso de subir a la Sierra Maestra”.
     La heroína cubana, precisa además que
    “Sabían de sus ideas políticas, sabían de su posición tan viril, pero no lo sospechaban; aunque él expresaba en sus oficios religiosos su posición política, parece que las autoridades de alii consideraron que era menos perjudicial permitir esos oficios que detenerlo, porque, naturalmente, si actuaban contra él, en un pueblecito como Nueva Gerona, hubiera sido un tremendo escándalo”.

     Melba menciona además, haber tenido conocimiento de la labor social que el padre Sardiñas desarrollaba en la Isla de Pinos; labor social que incluía entre otras cosas, hasta invertir sus modestos recursos personales en proteger a niños pobres y comprarles ropas.
      Argelio Díaz,  con sus diez años, era uno de aquellos niños, estudiaba en la academia privada San José, situada al lado de la iglesia; pero llegó un momento en que su familia, por falta de recursos económicos, no pudo continuar costeándole los estudios: “Cuando se enteró de mi situación, se hizo cargo de mis estudios” Posteriormente, al marcharse a la Sierra Maestra, le entregó un dinero a un amigo y le encargó que se ocupara de que el niño continuara estudiando.
     Argelio no puede olvidar tampoco que en muchas ocasiones: “cuando me veía con los zapatos sucios, me los quitaba, los limpiaba y me los volvía a poner”. Es cierto que para algunos pueden resultar detalles  insignificantes; sin embargo para aquel niño, quedaron grabados por siempre “por lo humano que era”;  pero además,  recuerda su inmensa modestia y que no le gustaba hablar de las cosas que hacía: “uno las conoce simplemente porque estaba cerca de él”-
     Mariano Rives señala que además de humano:  
     “Sardiñas. en su forma de hablar, de expresarse y de actuar, se veía que era una persona sensible y modesta y  que atendía  y ayudaba a todos, sin distinción de posiciones como hacían otros”.

     Melba por su parte añade que:
     “El padre Sardiñas decía que tenia que terminarse en el país ese tipo de gestión para remediar la pobreza del pueblo, y que esto solo se resolvía a través de una revolución.
     Es decir, ya el tenia un pensamiento muy claro, muy definido sobre el proceso revolucionario y sobre el papel de la revolución como única vía para solucionar los problemas económicos del pais. Era muy agradable conversar con él, por su gran cultura. Hablábamos de temas sociales y políticos, y sus enfoques sociales eran muy buenos, y en cuanto a su enfoque político podemos afirmar que era magistral”.

     Roberto Más, uno de los fundadores del Movimiento 26 de Julio en Isla de Pinos revela que Sardiñas llegó  a militar en la célula del movimiento de aquel lugar,  cuya jefa era Maga Montané y precisa que:
     “Fundamentalmente daba dinero, aunque me había planteado hacer cualquier cosa, que lo utilizáramos si era necesario esconder a algún compañero o ayudar en algo mas, que el estaba en disposición de hacerlo, y en una ocasión en que le voy a pedir dinero, me dice que quería ir para la sierra. Se analizó con Melba y con otros compañeros de la Dirección Nacional.

    

     El propio padre Sardiñas, en entrevista para el programa televisivo Ante la Prensa, en el año 1961, recordaba aquella conversación:

      “Yo les dije que 5, 10 o 20 pesos que les diera no iban a resolver nada. Mi ánimo, como cubano, palpando el ambiente del pueblo, me indicaba que yo debía ir a la Sierra Maestra y me les ofrecí, porque sabia que eran cubanos necesitados no solo de ayuda espiritual, sino porque yo me comprendía parte del pueblo, y como sacerdote cubano, que esta viendo al pueblo sufrir y desear su liberación, efectivamente fui a la Sierra, donde estuve 18 meses, hasta el triunfo definitivo.”
    
     continuará en la segunda parte ….



4 comentarios:

  1. Hola, me gustaría poder tener estos libros, no se cómo hacerlo. Los he buscado y no los encuentro por ninguna parte. Agradecería me ayudarán en esto.
    Muchísimas gracias.

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    1. Gracias por el interés en tener mi libro. No ha sido hasta ahora que he podido ver mi pagina y leer tu comentario. En internet he visto muchas ofertas de este libro. Cómo hay tantas personas comercializandolo en el exterior, es para mi un misterio.
      Saludos
      La autora

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  2. Soy Jose Antonio Rodriguez Menendez--primo Segundo del Comandante Guillermo Sardinas Menendez. Para nosotros era "Guillermito" y muy querido por la familia. Yo era el menor de varios primos y fui el unico no bautizado por el Sacerdote Sardinas. Pues ya se ubicaba alzado en la Sierra Maestra cuando naci. Gracias por el homenaje que le hacen a nuestro "Guillermito"...

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    1. Gracias por escribir, más sabiendo que eres primo del padre Sardiñas. Me gustaría poder contactar contigo y saber si vives en Sagua o en algun otro sitio.
      Saludos
      yolanda portuondo

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